miércoles, 28 de diciembre de 2011

CAYÓ EL CHACAL

El ministro de Gobierno, Wilfredo Chávez, y el viceministro de Régimen Interior y Policía, Roberto Quiroz, presentaron esposado ante la prensa al represor Luis Enrique Baraldini, ex coronel y prófugo de la justicia argentina, acusado de violación a los derechos humanos en nuestra provincia.



Ya fue expulsado de ese país y entregado a las autoridades argentinas, en Bermejo para que responda por los delitos de lesa humanidad, confirmó el ministro de Gobierno, Wilfredo Chávez.



(Foto Min Gobierno/ABI).


En la editorial del 8 de noviembre de 1979 el diario La Arena publicó una elogiosa editorial sobre la gestión de Luis Enrique Baraldini como jefe de la policía pampeana que detuvo, desapareció y torturó bajo sus órdenes. La editorial y un intento de reparación. El video de la ministra Garré anunciando la detención del represor.








La editorial mencionada, atribuida a Saúl Santesteban, dice textualmente:



“Ante el cambio de jefe de policía”



Se producirá hoy un importante cambio en la administración provincial con la asunción del nuevo titular de la repartición policial. Su antecesor, luego de tres años y medio de gestión, se reintegrará al servicio activo del arma a la que pertenece, el Ejército, con un destino en el exterior.



En el lapso de su labor al frente de Jefatura, el funcionario que se aleja procuró y obtuvo en grado por cierto no desdeñable, un perfeccionamiento de la repartición que tuvo la responsabilidad de conducir. Sería muy extenso y, por otra parte, ha sido motivo de frecuente información, la acción desplegada en distintos aspectos que hacen a la organización y a la mayor eficiencia de esa fuerza de seguridad. Desde la elaboración de normas; la formulación de nuevos ordenamientos; la creación o perfeccionamiento de escuelas y el dictado de cursos que contribuyeron a una mayor y mejor capacitación del personal; la incorporación de equipos e infraestructura; y el mejoramiento o puesta en marcha de nuevos servicios. A todo ello, cabe agregar la participación policial en inquietudes y realizaciones de la comunidad como, por ejemplo, su acción en apoyo de cooperadoras escolares, instituciones sociales y deportivas, etc.



A ese cuadro favorable, puede también añadirse que aún en circunstancias difíciles como las que, sobre todo en los comienzos, signaron el lapso de su gestión, no estuvo ausente una dosis de prudencia que correspondía, por otra parte, a una realidad política de nuestro ámbito; realidad local totalmente ajena a un cuadro de violencia que, durante años, ensangrentara al país. La Pampa, sus habitantes, durante todo ese dramático cuadro histórico que se hace más marcado a comienzos de esta década, no abandonó una conducta política de tolerancia, de respeto, muy opuesta a la violencia política que llegó a parecer durante años el procedimiento natural en el resto del país.



La comprensión de esa vocación positiva de la población pampeana, vigente antes y ahora, forma también parte de las virtudes que deben exhibir los funcionarios. Al destacarlo, expresamos la convicción de que ese espíritu se mantenga más allá de los cambios que necesariamente se producen en la cúpula de los organismos estatales.


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